domingo, 8 de febrero de 2009

Viaje a India - 8 de febrero

Kalighat Kali


El domingo nos levantamos dispuestos a visitar el templo hinduista de adoración a Kali. Después de desayunar en otra sucursal del mismo café, caminamos bien temprano por una avenida. A Calcuta se le nota cierto aire de decadencia. Fue la capital del British Rajpor muchísimos años, hasta que en 1911 los ingleses deciden trasladarla a Delhi. Desde entonces, Calcuta mantuvo su poderío como polo cultural. India coincide un poco con la triple división urbana de Brasil: al igual que Rio de Janeiro, Calcuta es la capital colonial, centro de las actividades intelectuales y artísticas; New Delhi tiene algo de Brasilia, en el sentido de una ciudad planificada para ser un centro administrativo; y Mumbai, como São Paulo, es el centro financiero del país.



Caminando por Calcuta se percibe en la arquitectura esa combinación de viejas glorias victorianas y pobreza extrema.

Llegamos por fin al Kalighat Kali Temple. Un señor se nos acercó explicándonos adonde podíamos dejar nuestros zapatos y, por no entenderle demasiado, terminamos contratando un guía, sin contrato. Entramos al tempo y nos mostró diferentes rituales, el sacrificio de las cabras y los lugares de meditación. Nos explicó que el templo fue construido en el preciso lugar en que un dedo del pie derecho de Kali cayó sobre la tierra (según la leyenda hindú, Kali fue despedazada por Vishnu y su cuerpo distribuido en 51 pedazos que dieron lugar a la misma cantidad de templos).





El templo actual se levantó en 1809, pero en el sitio existía ya un viejo templo, desde el siglo XVI. Salimos del tempo y fuimos a parar a un gran pileta con agua del ganger, donde los peregrinos limpian sus ropas y se bañan. Nos pintaron el tercer ojo, color naranja, y nos colocaron una cinta en la mano. Simulamos rezarle a Kali y le entregamos al guía 500 rupias.




Recogimos nuestro calzado, nos arrojaron un poco de agua del ganger en la cabeza, comimos no sé cosa sagrada y nos fuimos. Tomamos el metro hasta el centro. Decidí separarme del grupo porque necesitaba pasear un poco en soledad. Fui al bookstore de Oxford, agarré una guía de Calcuta y la llevé hasta el café que está dentro del local. Pedí un té de canela y leí algunas páginas que explicaban el centro de la ciudad.


Comencé el recurrido siguiendo rigurosamente los consejos de la guía. Primero fui al Victoria Memorial, un majestuoso palacio revestido en mármol blanco, construido en homenaje a la reina Victoria, poco tiempo después de su muerte. Después fui a la Saint Paul’s Cathedral y al Birla Planetarium.