jueves, 12 de febrero de 2009

Viaje a India - 12 de febrero

Agra

Esa noche la pasé en el hotel con Diana. El tren salía a las 6.15. Programé el despertador una hora antes, pero me levanté a las 6.03. Desperté a Diana con un grito y, absolutamente dormidos, deliberamos si valía la pena ir a la terminal o si ya habíamos perdido el tren. La terminal quedaba muy cerca del hotel, a diez minutos de caminata. Pero no llegábamos. Resolvimos ir con la esperanza de que se retrasara. Salimos corriendo y llegamos 6.20, el tren todavía estaba allí. Subimos, agitados y desorientados. Habíamos comprado pasajes en primera clase, por recomendación de Anish, y nos costó algún tiempo encontrar los asientos. Me dormí y me desperté casi llegando a Agra.




En la estación buscamos uno de esos cochecitos motorizados, verdes y amarillos, y le pedimos al chofer que nos llevara hasta el Taj Mahal. Kiki (así se llamaba) no demoró mucho tiempo para convencernos que lo contratáramos para quedarse todo el día con nosotros, por unas 600 rupias, prometiendo llevarnos a los principales puntos. Luego nos convenció de que no era la mejor hora para ir al Taj Mahal y que nos llevaría a la tardecita, cuando el sol daba sobre el frente y adquiría un color amarillento. Aprobamos nuevamente la moción de Kiki, entregadísimos a sus consejos. Fuimos entonces para el Agra Fort y luego nos llevó a un punto en el que se veía bastante bien el Yamuna River.






De allí cruzamos buena parte de la ciudad hasta llegar al Itimad-ud-Daulah, un mausoleo construido a comienzos del siglo XVII y conocido también como Baby Taj. En realidad su aspecto da cuenta de la transición entre la arquitectura mogol primitiva (basada en el uso de arcilla roja, como en la Humayun’s Tomb) y el periodo del auge del mármol blanco, cuyo máximo exponente es el Taj Mahal. La técnica de trabajo sobre el mármol blanco es maravillosa: se le hacen a mano incrustaciones de piedras preciosas (topacio, ónix, lapislázuli). Vimos a un artesano haciéndolo ahí mismo.









Después fuimos al Yamuna River, que pasa por detrás del Taj Mahal, y es uno de los siete ríos sagrados de la India. Un grupo de hombres y mujeres lavaban y secaban ropa en el río. Dos chicos cruzaban el río a pié con un amasijo de ropas en la cabeza. Nos quedamos un rato charlando con algunos de ellos y fuimos directo a la parte posterior del Taj.









Desde atrás el Taj Mahal se veía imponente, pero nada sería comparable a la vista de frente. Encontramos una familia que alquilaba camellos. Anduve un rato en uno, más que nada para saber cómo era, y luego nos quedamos un rato largo conversando con ellos mientras Kiki esperaba en el taxi.






Antes de ir al Taj Mahal, Kiki nos llevó a almorzar y luego a un taller para ver cómo se hacen las incrustaciones de piedras preciosas sobre el mármol blanco. Ahí comprendimos la dimensión del Taj Mahal, que implicó el trabajo de 20 mil obreros durante más de 20 años de construcción.





Y, por fin, nos llevó al Taj Mahal. Fue un poco tedioso entrar, porque había muchísimo control en la fila de hombres. Diana pasó rápido, pero me tuvo que esperar. El Taj Mahal es una colosal tumba erigida por el emperador musulmán Sha Jahan en honor de su segunda esposa Mumtaz Mahal, que murió en el parto de su décimo cuarto hijo. En verdad el Taj Mahal es muchísimo más que la imagen principal a la que generalmente se lo asocia. Es un complejo de varios edificios articulados por un bellísimo jardín. Esa imagen tan conocida es la del mausoleo principal, donde se encuentra la tumba de Mumtaz Mahal, y que está cubierto por una gran cúpula de mármol blanco. No hay mucho más que explicar, he aquí las imágenes.