lunes, 2 de febrero de 2009

Viaje a India - 2 de febrero

Una noche en Shillong

Me levanté un poco más tarde, pero no mucho, algo después de las 5 de la mañana. Atig me propuso ir a tomar un té, en unos de los portones de entrada a la universidad. Era un lugar muy agradable, la casa de una señora que servía té y café para los locales. Aprendí a agradecer en hindi (shukrya). Volvimos y fuimos al desayuno formal con los demás.




La intensidad de la rutina del primer día ya nos inquietaba durante el segundo. Pero habíamos ganado confianza entre los participantes internacionales, y comenzamos a comentarlo a voz baja. Así empezamos a murmurar, por diferentes canales, la idea de salir esa noche para Shillong. Queríamos conocer un poco el mundo. La iniciativa estuvo liderada por Selda, una investigadora de Turquía, y por mí mismo. A la tarde expuso Diana, a la noche nos ausentamos de la cena y salimos para Shillong. Se sumaron los brasileros, Sabina, Diana, Atig, Orli (una chica de Sudáfrica) y un pequeño grupo de colegas de India. Fuimos a tomar un taxi afuera del campus, nos distribuimos en tres grupos y salimos para el centro de Shillong.


En Shillong hay dos áreas de compras y todo transcurre en las calles. La gente se amontona para comprar y vender, es difícil hacerse lugar para caminar o transitar en vehículos. Al igual que Calcuta, todo es acompañado por el ruido de los motores viejos y por la sinfonía de bocinas, aunque aquí era notable la menor cantidad de smog. Se podía respirar bien. Pasamos rápido por unas callecitas plagadas de puestos de venta de frutas, verduras, pescados y otras carnes, básicamente pollo y cordero.






Fuimos directo a un hotel bastante lindo que tenía un “restaurant internacional”. Eso quiere decir, casi sin excepciones, que el menú incluye tres tipos de cocina: india, china y continental. La culinaria india usa, en general, bastante picante, y en particular en el noreste se usa mucho chile. Queríamos cortar un poco con esa comida, así que casi todos pedimos comida continental. Yo pedí unos crepes con salsa de tomate (que aún así estaba picante) y para el postre me incliné por una opción japonesa, que consistía en unos flocos de miel secos con helado de crema.

Estuvo muy bien. India es un país barato para los argentinos o los brasileros, Calcuta es una ciudad bastante barata dentro de India y Shillong es aún más barato que Calcuta. Para que tengan una idea: ese restaurant era una de las opciones más caras y comimos (con bebidas y postres incluidos) por 6 dólares aproximadamente. Satisfechos por la relación entre costo y beneficio, y por haber escapado un poco a la rutina académica, volvimos a nuestras casitas y dormimos mejor.