5 de agosto. San Telmo, Caminito, La Boca. Fuimos llegando tarde a todos los lugares. Llegábamos a medida que las cosas iban cerrando, y nos escapamos de Caminito cuando la hinchada de Boca salía enfurecida de un partido mediocre que habían empatado en La Bombonera. Terminamos en el bar El hipopótamo, ahí en Parque Lezama, esperando horas por un bife a la riojana. Fue un día peleado con el tiempo. Pero la pasamos bien.
6 de agosto. Todos saben a mi La Plata... no es que me resulte una ciudad fea, no lo es, pero tengo una relación que va desde estar acostumbrado, cansado de verla y resignado a peleame siempre con su destino pueblechano (que hereda -claro- de su comparación con Buenos Aires). La cosa es que a Vinicius le encantó. Después de mostrarle los infinitos rincones porteños, nada le pareció mejor que La Plata. Su cara de felicidad es indisimulable. Fuimos de noche a la ya clásica contemplación de la nave espacial (para los que no entienden, no es otra cosa que mirar la catedral boca arriba, y fumados)... Al otro día volvimos a la catedral, subimos por el ascensor, paseamos un poco por los edificios públicos, las plazas. Y eso bastó para que le pareciera bellísima. Bienvenido sea.
7 de agosto. Después de largas horas de viaje llegamos por fin a Villa Pehuenia. Uno de los principales objetivos del viaje era que Vinicius conociera la nieve. Todo surgió cuando yo estaba en Córdoba, y había una nevisca, le conté por msn y quedó alucinado con la idea. Después fue que me dijo que venía a Buenos Aires a ver nieve, por lo cual tuve que explicarle que no nevaba, que necesitabamos ir a la Patagonia. Creo que no terminé de transmitirle bien cómo era la lógica, que empezó a nevar en Buenos Aires y tuve que comenzar la explicación de nuevo. Que era algo histórico bla bla bla pero que igualmente ibamos a tener que ir a Patagonia, que no se iba a repetir. (Contra la voluntad de todo el mundo, rogué que no nevara de nuevo porque ya no iba a saber que decirle). En fin, afortunadamente no nevó, aunque hizo muchísimo frío. Pero sí nevó la misma noche que llegamos a Villa Pehuenia. Así que estabamos muy contentos. El día siguiente paró, fue un día hermoso, y la nieve nueva relucía. Recién cuando nos levantamos vimos la tremenda vista que tenía la cabaña (muy bonita por cierto). De noche comimos pasta cocinada por mí, con un vinito, al lado de un hogar a leña.
8 de agosto. Fuimos a esquiar a Batea Mahuida. Debo admitir que a Vini le fue mejor como principiante de sky que a mi como principante de snowboard! El día estaba lindo, aunque un poco ventoso, nos quedamos hasta que cerraron los medios de elevación (casi nos congelamos...) Había mucha, pero mucha, nieve. Dicen que fue la nevada más grande en muchísimos años, superior a la del 95. En la vuelta al pueblo, el taxista nos llevó a sacarnos unas fotos a la angostura. Después volvimos a casa, volvimos a sentir los pies, y esa noche fuimos a cenar unas pizzas muy ricas de trucha ahumada y no sé qué carajo más en un restaurant chiquito, que tenía un desproporcionado plasma en el que pasaban bailando por un sueño. Así que nos dimos el gusto de ver a la vaca de Silvia Suller refregandose su también desproporcionado culo por un año. Un espactáculo triste que intenté explicar a Vinicius, pero no pude. El postre igual estuvo bueno.
9 de agosto. Paseo en barco
10 de agosto. Nos levantamos el día de la partida, lindo día. Pedimos a una Patisserie, que tenía unas tortas buenísimas, que nos trajera el desayuno a la cama. Después fuimos a esperar que nos pasara a buscar el remisse, una espera accidentada, que no viene al caso. Chau Pehuenia! Volveremos...
11 de agosto. Jardín Botánico, sushi en el Jardín Japonés y paseo por Recoleta.
12 de agosto. Última noche en Buenos Aires, fuimos a galería pacífico.